La necesidad de controlar el avance de la pandemia de la COVID19, provocó la declaración Estado de Alarma que nos confinó en nuestros domicilios convirtiéndolos en el espacio seguro y obligado para evitar el contagio, en el centro de trabajo, la escuela, el espacio de ocio y deporte o el parque de juegos.
El impacto económico y social de la pandemia de la Covid-19 probablemente superará en gravedad a la de Gran Recesión. La dimensión de la alteración de la vida diaria de millones de personas como consecuencia de las medidas de distanciamiento social y de cuarentenas no tiene precedentes en la historia. Pero entre todo ello, podemos vislumbrar que esta situación no afectará por igual a todas las personas, lo que nos lleva a abordar las consecuencias de esta crisis desde un enfoque de género y, en consecuencia, a plantear alternativas para salir de esta situación sin incrementar la desigualdad.
La Secretaría de Mujer y Políticas Sociales de FeSP-UGT ha elaborado el presente informe, en el que muestra las particularidades que esta generará en las mujeres, partiendo de la desigual posición de mujeres y hombres ocupan en la sociedad.
El informe confirma que la segregación laboral de género, tan característico de nuestro mercado laboral, ha provocado dos situaciones aparentemente antagónicas. Por un lado, la sobreexposición de las mujeres en la respuesta a la COVID19, al estar sobrerrepresentadas en los sectores al frente de la respuesta a la pandemia. Las trabajadoras representan el 72,58% del personal de la actividad sanitaria en su conjunto, el 50,44% en la atención directa en el comercio de alimentación, el 83,09% en la asistencia en establecimientos residenciales, el 86,11% en las actividades de Servicios Sociales sin alojamiento y el 67,51% otros servicios. Por otro lado, la sobrerrepresentación femenina en el sector servicios, provoca que éstas se vean más afectadas por la cuarentena laboral y, en consecuencia, por los ERTES.
Además, el desplazamiento de la actividad retribuida al hogar ha afectado en mayor medida a las trabajadoras respecto a los hombres, ya que las trabajadoras se ocupan en actividades susceptibles de realizarse a distancia. Respecto al teletrabajo y su incidencia, destacamos las conclusiones resultantes de sendos sondeos realizados en dos sectores de la función pública, que señalan la necesidad de regular las condiciones del desempeño de las obligaciones laborales por la vía de la negociación colectiva.
Las responsabilidades familiares se han incrementado como consecuencia del cierre de los centros educativos y por la dificultad para externalizar los servicios domésticos, situación que no ha modificado el desigual reparto de las tareas familiares entre hombres y mujeres. Esta situación, se ha visto acrecentada por el hecho de que dos de cada tres de las madres españolas con menores a cargo, se hayan visto obligadas a permanecer en casa durante la vigencia del estado de alarma, bien porque trabajan en empleos no esenciales o bien porque están desempleadas.
La crisis de cuidados se agrava en el caso de los hogares con progenitores únicos, que impacta sobre todo en las mujeres. Del total de los hogares monoparentales, en el 12% la jefatura del hogar depende de una mujer, frente al 2% de hogares de padres solteros que, en ambos casos, asumen en solitario el total del exceso de la producción doméstica.
El hecho de que no se reabran los centros educativos y/o servicios de guardería como contribución comunitaria al cuidado de menores dependientes, ocasiona un grave perjuicio a las personas trabajadoras, que se ven obligadas a elegir entre reducir sus jornadas, acogerse a permisos sin retribuir o, en el peor de los casos, no incorporarse al puesto de trabajo.
Debemos aprender de los devastadores efectos de la crisis de la década pasada en términos de desempleo, incremento de la precariedad y pobreza sobre las mujeres, además del retroceso en las políticas de igualdad alcanzadas con anterioridad.
Es fundamental incorporar la perspectiva de género, tanto en el análisis de las consecuencias de la crisis, como en las en las soluciones a la misma, garantizando los derechos de todos los agentes sociales afectados implicados.
Sabemos lo que nos espera a la vuelta de la esquina, por ello es crucial exigir que la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres sea una realidad.